La esencia de una rosa de abril muere
al caer nieve sobre las mariposas.
Se marchita cuando alguien la hiere
volviéndola nada entre las cosas.
Mientras la nieve siga cayendo
unas patéticas nubes de plomo
contemplarán a la rosa sufriendo
al convertirse en sombra de cromo…
Esas nubes plomizas se secretean,
se cuentan cuentos frívolos, distantes,
historias taciturnas que se menean
entre susurros de risas cortantes.
Al caer nieve sobre las mariposas
el ritmo del tiempo se renueva,
huye de su exilio, de sus esposas,
del páramo desolado de su cueva.
Cronos, nuestro verdugo impasible,
condena a la rosa